El arroz está profundamente ligado a la cultura china, y visitar estas terrazas es una experiencia única. Desde Kunming tomamos un tren hacia el sur, cerca de la frontera con Vietnam, y luego dos horas más en taxi (36 €) hacia las montañas (1.600 m). Después de las ciudades modernas, aquí vemos otra cara completamente diferente de China. Las calles son estrechas, las casas son sencillas y muchas están a medio construir, la gente trabaja en los campos con bufalos y la carne en los mercados está simplemente puesta en la mesa. Sí, hay electricidad, móviles y coches… pero aparte de eso, parece que el tiempo se ha detenido.
Eso sí: todas las casas tienen puertas de madera pesadas y preciosas.


Aún más sorprendente: nuestra habitación en el hotelito del pueblo, justo en medio de los arrozales. En 2013, las terrazas de arroz Hani–Honghe fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y se nota que el turismo ha empezado a llegar. Por suerte, todavía hay muchos agricultores trabajando los campos.




Más de 1.000 años de historia
Las terrazas son algo realmente especial y una pasada. Durante más de 1.300 años, el pueblo Hani las ha ido construyendo poco a poco, y aún hoy se aran los campos con búfalos de agua.





Piedras de pollo y cabeza de pato
Somos los únicos huéspedes (unas 15 habitaciones), y no hemos visto a ningún turista occidental aquí. A mediodía pedimos pollo y pato para la cena. Cuando llegamos por la noche, nos quedamos de piedra: casi un pollo entero y un pato pequeño entero, con cabeza, patas y vísceras, todo para nosotros. Más tarde nos cuentan que los “sacaron del arrozal” especialmente para nosotros. Ups.




Baile de Discofox y barbacoa
La dueña, Wanya, nos ha tomado cariño y nos lleva con sus vecinos. Hay un pequeño BBQ al mediodía con un grupito de personas. Incluso nos cantan una canción. A cambio, hacemos un baile de Discofox, que el anfitrión sube a TikTok en cuanto acabamos.







En pocas horas el vídeo recibe 34 likes, 34 corazones y se comparte 44 veces. Probablemente todo el pueblo sabe ya que estamos aquí.
Una canción para nosotros
Esa misma noche nos invitan a otra fiesta del pueblo, esta vez con unas 30 personas. Otra vez nos cantan y nos tratan como invitados de honor. Por la noche, todos se reúnen en la azotea para fumar, chill y tocar los tambores.


Perro
Al día siguiente vamos con Wanya al mercado. Además de verduras hay pollos vivos, tofu y un montón de anguilas de los arrozales. Y allí «lo» vemos por primera vez: delante de un puesto de carne están desollando a un perro grande.
Wanya dice que ya casi no se come perro, y luego nos enteramos de que oficialmente está prohibido matarlos y comerlos. Aun así, la sensación fue rara… y no nos atrevimos a sacar una foto (… y revisamos el menú dos veces).


Terrazas brillantes
Según la época del año, las terrazas cambian por completo y ofrecen un paisaje fotográfico que no necesita ningún filtro de Instagram. La verdad es que habría que venir cuatro veces al año para captar todas las vistas tan bonitas. Nuestros anfitriones también nos pasaron algunas fotos que queremos compartir.
Qué bonita experiencia, que rincones, esa cultura y esa comida, se respira muy buena acogida y se os ve felices disfrutando y eso me alegra mucho, abrazos fuertes desde Valencia😘😘😘👍🏼
Qué pasada!!!! Os habréis traído un petaca de esas de recuerdo, no???😜😜😘😘😘