La Buddha gigante

La llegada en Leshan

​Abandonamos las rutas turísticas habituales y tomamos el tren a Leshan (900 km, 4:50 h, 42 €). Se encuentra a unos 140 km al sur de Chengdu. Aquí ya somos un poco exóticos. La gente nos saluda simplemente en la calle, algunos quieren hacerse un selfie con nosotros y otros simplemente quieren practicar su oxidado inglés. Sylvia, como mujer alta y delgada, es especialmente el centro de atención.

90 Años tallando piedra

​Muchos miles de trabajadores tallaron aquí en Leshan un Buda (Maitreya) de 71 m (233 pies) de altura en la roca. Los trabajos duraron 90 años (713-803, Dinastía Tang). Sin embargo, las orejas particularmente grandes son de madera y están cubiertas de arcilla. Un coloso impresionante que exploramos desde arriba, desde abajo y desde el agua.

Como un milagro

​Con la construcción se quería mover a los dioses para apaciguar la corriente furiosa en la confluencia de los 3 ríos. Como un milagro, esto también se logró, pero más bien gracias a todas las rocas cinceladas que amortiguaron la corriente en el agua.

«Hot Pot» frio

​Aquí en Leshan vimos un buen restaurante, muy concurrido, con una olla en el centro de cada mesa. Pensamos en Hot Pot. Pero no, era un «Hot Pot» frío. Se eligen las brochetas del refrigerador y en la olla hay una marinada fría de vinagre, soja y chili en la que se dejan las brochetas durante 3-10 minutos. Se come frío.

La llegada al hotel

​Hasta ahora, nuestras habitaciones de hotel siempre fueron bastante modernas, grandes (unos 25 metros cuadrados) y costaban alrededor de 40-50 €/noche. Pero incluso la habitación en el pequeño hotel aquí «en el campo» es grande e incluso tiene una bañera junto a la ventana. Es especialmente notable la amabilidad con la que se nos da la bienvenida en los hoteles, y todo con una sonrisa. Sin embargo, el inglés es bastante raro, pero nuestro traductor nos ayuda.

Inodoro inteligente

​Pero lo que todas las habitaciones tienen en común (incluso en los hoteles pequeños) es un espejo con interruptor de luz y calefacción integrado y un «inodoro inteligente». El asiento del inodoro está calentado e iluminado, se descarga automáticamente y luego cierra la tapa. Extrañaremos el asiento cálido.

Pero en la vida cotidiana normal, en restaurantes, en la estación de tren, en baños públicos o en casas antiguas, el «inodoro en cuclillas» es absolutamente habitual.